Un Prophète
Curioso como es que dos películas tan diferentes, vistas casi espalda con espalda tuvieran, en el fondo, un tema tan similar: Pontypool (una de esas películas de zombies que se pasean por el mundo jurando que NO son de zombies) y Un Prophète (una historia de mafia que puede jactarse de no ser una historia de mafia): son las palabras las que nos asesinan...
Malik (Tahar Rahim) es condenado a seis años de prision tras agredir a un policía en un hecho más bien gris (no se nos explica que pasa), tiene 19 años, es practicamente analfabeta, de minoría racial y, al inicio de la cinta, parece una vaca sangrando en algún río del Amazonas; sin embargo, Malik es listo y de mente rápida y, por una mala jugada del destino en forma de un testigo protegido en un juicio contra la mafia corsicana, lo coloca en una posición donde puede comenzar a acomodar su posición dentro de la cadena alimenticia en chirona.
Como en muchas ocasiones al respecto del cine francés, no es la historia, sino como esta contada (por clicheado que esto suene) la travesía de Malik a lo largo de seis años de presidio nos muestra, similar en, hasta cierto punto a The Road en su aproximación, que en circunstancias extremas, lo mejor y lo peor de la humanidad salen a la luz, mucho mas lo segundo que lo primero...
Ahora, Un Prophète no es solo una historia de ascenso y caída: nos habla de la jornada de auto-descubrimiento por las que (en mayor o menor medida) todo ser humano pasa: algunos se mueven por su país de orígen en Segway, otros tienen que sobrevivir en la prisión, el aislamiento, la ghettoización y segregación auto-impuestas, las escalas propias de valores y el timo que representa el sistema penitenciario.
De no perderse
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